La gestión de medios y la nouvelle cuisine.

En esta vida todo son paralelismos. El viernes estaba leyendo sobre los motivos que mueven a los turistas a venir a España, y entre ellos figura la cocina española. Normal, lo bien que se come aquí no se come en ninguna parte. Pero otra verdad categórica es que como en casa en ningún sitio.

Que conste que admiro profundamente a los grandes cocineros. No duden que volveré a La Concha para comer en el fabuloso restaurante de Martín Berasategui (ojalá leyera esto y me invitara personalmente), me quedé con las ganas de probar todo lo que ponía en la carta. Si pudiera comería en El Bulli (pongo un condicional porque aunque estuviera abierto ahora no puedo costeármelo, las cosas como son). Y me gusta mucho Darío Barrio, que no sólo es guapo, sino que también cocina y ha aprendido mucho desde sus primeras apariciones en televisión en el canal cocina.

Pero, por mucho que los idolatre tanto como adoro la comida, donde estén unas lentejas de mi padre (en mi casa somos así de originales y cocinaba mi padre, no las mujeres), que se quite todo.

Lo bueno y caro, a veces no es suficiente para alimentar nuestro cuerpo. Esas raciones tan pequeñas y hermosas no sacian nuestro instinto. Hay que empezar poco a poco, es cierto, pero lo suficiente como para dejarnos con la inquietud de probar más, de completar.

Y qué es una buena comida sin un buen vino (o cerveza nacional, que no lo duden las hay muchas y muy buenas). Así son los asesores para los clientes; el “maridaje” perfecto para todas las acciones acometidas. Deben acompañar, asesorar, incitar, evocar nuevas medidas para su completo crecimiento.

Hoy mismo me ha encantado hablar con un cliente al respecto de las mejores acciones para su firma. No sé si lo llevaremos todo a cabo, pero me gusta pensar que la persona al otro lado del teléfono interioriza lo que le cuento. Nos cuesta mucho llegar a controlar nuestro trabajo, pero luego estamos deseosos de compartirlo. El conocimiento es como un alimento para el espíritu.

Me gustaría recomendarles que leyeran esto después de almorzar o comer, pero… en cualquier caso devoren cada palabra con deleite y disfruten tanto como yo he disfrutado escribiéndolo. 

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